Ciudadanía periférica
Por Daniel Romo L.
Si hacemos una revisión rápida al ambiente político social, y nos centramos en los actores sociales y sus visiones, podemos detectar temas que cruzan transversalmente en todos los conflictos en la actualidad. Si bien, podemos enfrentarlos por separado o parceladamente, encontrando ciertas regalías y acuerdos sectoriales que puedan solucionar por algún momento el problema o conflicto, en los últimos tiempos se nota una cierta desconfianza, rechazo creciente, reflejada claramente en la llamada crisis de representatividad, hacia los actores políticos tradicionales de las democracias liberales modernas, los partidos políticos y sus políticos profesionales.
Estos partidos y por sobre todo su elite política, están bien cómodos y creen que lo hacen muy bien. Piensan, principalmente, que Chile es un ejemplo de democracia, esto principalmente por que conversan, dialogan, crean grandes acuerdos entre sus cúpulas partidistas, gobierno y representantes o elegidos en votación ciudadana; el hito principal en donde nosotros, pobladores de este territorio, participamos en la elección de quienes nos representaran en las diferentes estructuras de poder que nos gobiernan.
Pero, ¿es el voto la única participación posible de la ciudadanía en las tomas de decisiones en temas que nos incumben a todos? Espero que la respuesta de la mayor parte de las personas en este momento, sea que no. Por mi parte, creo que tenemos que pasar a un proceso de radicalización de la democracia, en donde los modernos partidos políticos y sus lógicas partidistas de relaciones de poder y cooptación clientelar, no puedan seguir interviniendo y haciendo las tareas por nosotros. Esto significa romper con procedimientos paternalistas, jerarquizados y verticales que se acostumbra en todo el proceso de toma decisiones, y comenzar con nuevas formas de enfrentar y construir los problemas y sus soluciones. Este cambio pasa por mayor participación, y no solo de elección de una cosa u otra, si no en toda las instancias de discusión, problematización y elaboración de temáticas claves para el país y tu localidad más cercana, asuntos que nos incumben a todos.
Muchos dicen, «dejémoselo a los expertos ellos decidirán lo mejor», o «los ciudadanos no están aptos para entrar a estas discusiones», o simplemente aluden a la falta de tiempo de los ciudadanos para justificar su no inclusión, o meramente nos dicen: «para esto estamos nosotros, para decidir por ustedes». Todas justificaciones que solo buscan perpetuar en algunas manos (las mismas de siempre) los que decidirán nuestros futuros.
Pero claro, esta apertura, en donde la clave es el empoderamiento ciudadano, no le gusta a nuestra elite política, es como que si les estuviesen quitando atribuciones, ganadas por años y años de lucha que les permitió quitarle poder a los reyes e incluirlos a ellos en las estructuras de poder, creando todo un ordenamiento legal que constituirá su legitima nueva posición de dominación amparados en la Constitución.
En el caso de Chile, nuestra constitución es heredada de la dictadura, una constitución autoritaria y profundamente conservadora, llena de limitaciones a la participación, en donde ésta se toca solo para elegir mediante el voto a nuestros representantes, y además acompañada por un sistema binominal, que asegurará el triunfo a las mismas coaliciones, ¿para que votar así?
Esto es un tremendo desafío para las diversas organizaciones de la sociedad civil. Se deben encontrar métodos que nos ayuden a nutrir de más y mejor información, para que estas puedan hacer de contrapeso y no se les excluya reiteradamente por ser “discusiones de expertos”. Una idea, que e escuchado en algunos encuentros de organizaciones para enfrentar esto, es que el Estado disponga de dineros para contratar expertos a las organizaciones, quienes ayuden a sistematizar las ideas y observaciones de éstas, colocándolas en una mejor posición, creando la posibilidad de construcción de alternativas, capacidad de defensa de sus derechos y por sobretodo mayor inclusión y participación de los pobladores de la ciudad, los ciudadanos.
Ahora, ¿es la forma de enfrentar estas lógicas elitistas, paternalistas, en donde los partidos políticos son el centro y el resto, los ciudadanos y sus organizaciones, la periferia? Francamente creo que no, es solo una arma de fogueo, pero que puede meter algo de bulla.
Por Daniel Romo L.
Si hacemos una revisión rápida al ambiente político social, y nos centramos en los actores sociales y sus visiones, podemos detectar temas que cruzan transversalmente en todos los conflictos en la actualidad. Si bien, podemos enfrentarlos por separado o parceladamente, encontrando ciertas regalías y acuerdos sectoriales que puedan solucionar por algún momento el problema o conflicto, en los últimos tiempos se nota una cierta desconfianza, rechazo creciente, reflejada claramente en la llamada crisis de representatividad, hacia los actores políticos tradicionales de las democracias liberales modernas, los partidos políticos y sus políticos profesionales.
Estos partidos y por sobre todo su elite política, están bien cómodos y creen que lo hacen muy bien. Piensan, principalmente, que Chile es un ejemplo de democracia, esto principalmente por que conversan, dialogan, crean grandes acuerdos entre sus cúpulas partidistas, gobierno y representantes o elegidos en votación ciudadana; el hito principal en donde nosotros, pobladores de este territorio, participamos en la elección de quienes nos representaran en las diferentes estructuras de poder que nos gobiernan.
Pero, ¿es el voto la única participación posible de la ciudadanía en las tomas de decisiones en temas que nos incumben a todos? Espero que la respuesta de la mayor parte de las personas en este momento, sea que no. Por mi parte, creo que tenemos que pasar a un proceso de radicalización de la democracia, en donde los modernos partidos políticos y sus lógicas partidistas de relaciones de poder y cooptación clientelar, no puedan seguir interviniendo y haciendo las tareas por nosotros. Esto significa romper con procedimientos paternalistas, jerarquizados y verticales que se acostumbra en todo el proceso de toma decisiones, y comenzar con nuevas formas de enfrentar y construir los problemas y sus soluciones. Este cambio pasa por mayor participación, y no solo de elección de una cosa u otra, si no en toda las instancias de discusión, problematización y elaboración de temáticas claves para el país y tu localidad más cercana, asuntos que nos incumben a todos.
Muchos dicen, «dejémoselo a los expertos ellos decidirán lo mejor», o «los ciudadanos no están aptos para entrar a estas discusiones», o simplemente aluden a la falta de tiempo de los ciudadanos para justificar su no inclusión, o meramente nos dicen: «para esto estamos nosotros, para decidir por ustedes». Todas justificaciones que solo buscan perpetuar en algunas manos (las mismas de siempre) los que decidirán nuestros futuros.
Pero claro, esta apertura, en donde la clave es el empoderamiento ciudadano, no le gusta a nuestra elite política, es como que si les estuviesen quitando atribuciones, ganadas por años y años de lucha que les permitió quitarle poder a los reyes e incluirlos a ellos en las estructuras de poder, creando todo un ordenamiento legal que constituirá su legitima nueva posición de dominación amparados en la Constitución.
En el caso de Chile, nuestra constitución es heredada de la dictadura, una constitución autoritaria y profundamente conservadora, llena de limitaciones a la participación, en donde ésta se toca solo para elegir mediante el voto a nuestros representantes, y además acompañada por un sistema binominal, que asegurará el triunfo a las mismas coaliciones, ¿para que votar así?
Esto es un tremendo desafío para las diversas organizaciones de la sociedad civil. Se deben encontrar métodos que nos ayuden a nutrir de más y mejor información, para que estas puedan hacer de contrapeso y no se les excluya reiteradamente por ser “discusiones de expertos”. Una idea, que e escuchado en algunos encuentros de organizaciones para enfrentar esto, es que el Estado disponga de dineros para contratar expertos a las organizaciones, quienes ayuden a sistematizar las ideas y observaciones de éstas, colocándolas en una mejor posición, creando la posibilidad de construcción de alternativas, capacidad de defensa de sus derechos y por sobretodo mayor inclusión y participación de los pobladores de la ciudad, los ciudadanos.
Ahora, ¿es la forma de enfrentar estas lógicas elitistas, paternalistas, en donde los partidos políticos son el centro y el resto, los ciudadanos y sus organizaciones, la periferia? Francamente creo que no, es solo una arma de fogueo, pero que puede meter algo de bulla.
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