Por Cuerpo de Reportajes Está En Nosotros.
Revista Nº 10, 2007, año 3.-
A fines del siglo XIX en Estados Unidos el clima que rodeaba a las relaciones entre los trabajadores y dueños de las fábricas se encontraba adverso. La consigna buscaba una disminución del horario laboral: “Ocho horas de trabajo, ocho horas descanso y ocho horas de ocio”. Siendo en Chicago, donde las manifestaciones de los trabajadores tuvieron mayores dificultades y en el cual se gestarían los acontecimientos que marcarán la importancia del 1º de Mayo 1886. Las movilizaciones llevaban a lo menos dos años de organización, instaurando como fecha terminal de sus demandas el 1º de Mayo. Misma fecha en que el Presidente Andrew Johnson promulga una Ley a favor de los trabajadores, siendo esta última inoperante.
El general de los empleadores no accedió a las demandas expresadas por las organizaciones de trabajadores, llegando a su punto máximo de presión en el día que habían determinado como final. Así siete dirigentes anarquistas que lideraban la movilización fueron detenidos cuatro días después de iniciadas las manifestaciones, siendo apresados en una operación que resultó con 38 muertos y más de 100 heridos. Adolph Fisher, Augusto Spies, Albert Parsons y George Engels fueron sentenciados a muerte y fucilados el 11 de noviembre de 1887, los tres restantes fueron sentenciados a prisión perpetua, uno de ellos prefirió suicidarse.
II.
El cuerpo de reportajes de EeN cubrió la movilización suscitada el 1 de Mayo en la arteria principal de la zona céntrica de santiago convocada por la Central Unitaria de Trabajadores [CUT]. La marcha, desde un comienzo, se desarrollaría con la atención de las «fuerzas de orden», pues las manifestaciones sucedidas el 29 de febrero en reivindicación del día del «joven combatiente» figuraban como antecedente próximo de este día internacional del trabajador.
La cercanía de la cuenta pública del ejecutivo (el 21 de Mayo), la crisis de la modernización de nuestro sistema de movilización colectiva, los antecedentes del día del «joven combatiente», y la vilipendiada gestión de gobierno, se cristalizarían en un estado de ánimo nacional distinto, desairado, que podría convertirse en una variable determinante a la hora de medir la «temperatura ambiente» de la Opinión Pública.
Así, desde el comienzo de la marcha se hicieron presentes pequeñas «células» de carabineros ejerciendo su trabajo de inteligencia en pos de la seguridad y en contra de pequeñas agrupaciones anarquistas que aparecían como sospechosos de una futura «acción violentista».
Con todo, la movilización se desarrolló, entre los manifestantes, de forma segmentada. Las diferencias interiores de la aglomeración se mostraron de manera inmediata, por un lado, una gran cantidad de contra-manifestantes [incluso el Partido Comunista Acción Proletaria convocó a otra manifestación en un lugar bastante lejano de la marcha cubierta por nuestro cuerpo de reportajes] que se mostraban explícitamente en oposición a la dirigencia de la CUT y partidos políticos de izquierda tradicionalmente excluidos del juego político, y por otro, un conjunto de adherentes a la central de trabajadores, juventudes-partidistas y partidos políticos identificados con la mal llamada «izquierda extra parlamentaria».
Lo cierto es, que las diferencias internas devienen en dos orientaciones contradictorias: primero, en relaciones antagónicas u conflictivas al interior y a lo largo de toda la movilización, las que incluso se consolidarían en ciertos focos de acaloradas discusiones entorno a cuestiones del cómo actuar y qué argumentar para ese actuar. Segundo, en denotar la gran diversidad y riqueza en términos identitarios de todo el conjunto de las agrupaciones que asistieron al lugar: el «Frente de Estudiantes Libertarios» exigiendo una mayor movilidad social y un transporte digno; movimientos ecologistas como el «Movimiento ciudadano anti pascualama»; grupos de trabajadores organizados en busca de la renacionalización del cobre, «Comité de defensa y recuperación del cobre»; militantes de partidos políticos sin representación política vitoreando por una reforma del sistema binominal mayoritario; Muralistas esgrimiendo que la única solución es la lucha y la organización, reunidos como las «Unidades Muralistas Luchador Ernesto Miranda» [ULEM]; Estudiantes secundarios autodefiniéndose como estudiantes-populares que “no admitirán más la explotación”; compañías de teatro realizando intervenciones artísticas estáticas en medio de la protesta; Músicos revestidos de canciones e instrumentos musicales andinos, que rememoran una que otra imagen del baúl de los recuerdos; Familias completas, permitiendo la experimentación de sus pequeños hijos de nuevas realidades nunca antes vistas por ellos; Tribus urbanas, entre los que se encontraban en gran mayoría los grupos skinheads SHARP (Skin Head Against Racial Perjuice) y R.A.S.H. (Red & Anarchist Skin Head); y por su puesto, una suma enorme de sindicatos, mancomúnales, comités y organizaciones de trabajadores que disfrutaban de su tan esperado «día internacional». ¿Cómo negar la creencia en la diversidad y riqueza identitaria? La heterogeneidad se expresaba como un carácter empíricamente observable.
El general de los empleadores no accedió a las demandas expresadas por las organizaciones de trabajadores, llegando a su punto máximo de presión en el día que habían determinado como final. Así siete dirigentes anarquistas que lideraban la movilización fueron detenidos cuatro días después de iniciadas las manifestaciones, siendo apresados en una operación que resultó con 38 muertos y más de 100 heridos. Adolph Fisher, Augusto Spies, Albert Parsons y George Engels fueron sentenciados a muerte y fucilados el 11 de noviembre de 1887, los tres restantes fueron sentenciados a prisión perpetua, uno de ellos prefirió suicidarse.
II.
El cuerpo de reportajes de EeN cubrió la movilización suscitada el 1 de Mayo en la arteria principal de la zona céntrica de santiago convocada por la Central Unitaria de Trabajadores [CUT]. La marcha, desde un comienzo, se desarrollaría con la atención de las «fuerzas de orden», pues las manifestaciones sucedidas el 29 de febrero en reivindicación del día del «joven combatiente» figuraban como antecedente próximo de este día internacional del trabajador.
La cercanía de la cuenta pública del ejecutivo (el 21 de Mayo), la crisis de la modernización de nuestro sistema de movilización colectiva, los antecedentes del día del «joven combatiente», y la vilipendiada gestión de gobierno, se cristalizarían en un estado de ánimo nacional distinto, desairado, que podría convertirse en una variable determinante a la hora de medir la «temperatura ambiente» de la Opinión Pública.
Así, desde el comienzo de la marcha se hicieron presentes pequeñas «células» de carabineros ejerciendo su trabajo de inteligencia en pos de la seguridad y en contra de pequeñas agrupaciones anarquistas que aparecían como sospechosos de una futura «acción violentista».
Con todo, la movilización se desarrolló, entre los manifestantes, de forma segmentada. Las diferencias interiores de la aglomeración se mostraron de manera inmediata, por un lado, una gran cantidad de contra-manifestantes [incluso el Partido Comunista Acción Proletaria convocó a otra manifestación en un lugar bastante lejano de la marcha cubierta por nuestro cuerpo de reportajes] que se mostraban explícitamente en oposición a la dirigencia de la CUT y partidos políticos de izquierda tradicionalmente excluidos del juego político, y por otro, un conjunto de adherentes a la central de trabajadores, juventudes-partidistas y partidos políticos identificados con la mal llamada «izquierda extra parlamentaria».
Lo cierto es, que las diferencias internas devienen en dos orientaciones contradictorias: primero, en relaciones antagónicas u conflictivas al interior y a lo largo de toda la movilización, las que incluso se consolidarían en ciertos focos de acaloradas discusiones entorno a cuestiones del cómo actuar y qué argumentar para ese actuar. Segundo, en denotar la gran diversidad y riqueza en términos identitarios de todo el conjunto de las agrupaciones que asistieron al lugar: el «Frente de Estudiantes Libertarios» exigiendo una mayor movilidad social y un transporte digno; movimientos ecologistas como el «Movimiento ciudadano anti pascualama»; grupos de trabajadores organizados en busca de la renacionalización del cobre, «Comité de defensa y recuperación del cobre»; militantes de partidos políticos sin representación política vitoreando por una reforma del sistema binominal mayoritario; Muralistas esgrimiendo que la única solución es la lucha y la organización, reunidos como las «Unidades Muralistas Luchador Ernesto Miranda» [ULEM]; Estudiantes secundarios autodefiniéndose como estudiantes-populares que “no admitirán más la explotación”; compañías de teatro realizando intervenciones artísticas estáticas en medio de la protesta; Músicos revestidos de canciones e instrumentos musicales andinos, que rememoran una que otra imagen del baúl de los recuerdos; Familias completas, permitiendo la experimentación de sus pequeños hijos de nuevas realidades nunca antes vistas por ellos; Tribus urbanas, entre los que se encontraban en gran mayoría los grupos skinheads SHARP (Skin Head Against Racial Perjuice) y R.A.S.H. (Red & Anarchist Skin Head); y por su puesto, una suma enorme de sindicatos, mancomúnales, comités y organizaciones de trabajadores que disfrutaban de su tan esperado «día internacional». ¿Cómo negar la creencia en la diversidad y riqueza identitaria? La heterogeneidad se expresaba como un carácter empíricamente observable.
Algunas consideraciones a la luz del pasado.
Existen algunas consideraciones relevantes para el lector. Es bien sabido que los prismas realistas han expuesto la incapacidad de los movimientos sociales y políticos en lograr un cambio total y absoluto del sistema; de hecho, esta imposibilidad se trasunta en la actual pérdida de influencia de los sindicatos y federaciones de estudiantes que antaño se caracterizaban por su capacidad de influencia y movilización política.
En efecto, estas consideraciones apuntan al resquebrajamiento de una identidad entendida «clásicamente» de izquierda. Pero junto con eso, apunta también a la conformación de nuevas formas de comunicación y de unas lógicas distintas de las conocidas típicamente por la historia política y social chilena. Detengámonos en esto último.
En un primer sentido, la frágil memoria de la izquierda pre-golpe militar ha mostrado su inhabilidad a la hora de convocar movilización; Sin embargo, lo cierto es que los cimientos que estructuran esa memoria se erigen aún en los tiempos actuales, permaneciendo la masacre obrera de la escuela Domingo Santa María de Iquique como simbolismo relevante al cumplirse los 100 años de aquel acontecimiento. Se muestra este sustrato de onda historicidad.
Hacia una segunda dirección, la constitución de nuevas identidades colectivas heterogéneas entre si, exteriorizan cómo las lógicas omniabarcantes y homogéneas forman parte de entendimientos y raciocinios de otrora, radicalmente distintos a los de la actualidad. Identidades y demandas distintas, pero que consuman vasos comunicantes entre si que terminan articulando una nueva «memoria colectiva» entorno a discursos que giran alrededor conceptos como educación, exclusión, seguridad social, y participación, buscando satisfacer la identidad claudicante de la ya desgastada «identidad de la clásica izquierda».
Con todo, una construcción de nuevas formas de socialización que se enmarcan en un contexto político y social más general, donde -si bien existe bonanza económica- la avanzada de las expectativas sociales se ha dirigido directo hacía un abismo sin respuestas a las esperas por un aumento sustantivo en sus calidades de vida.
Un vínculo cívico que se articula de palabras, signos, símbolos y resignificaciones, que extiende un vínculo entre las antiguas y las nuevas lógicas: Publicar que sólo una gran suma de personas, en un momento histórico simbólico y espacio público común, puede generar impacto que afecte en los medios de comunicación, y por consiguiente, en la opinión pública. En fin. Termina el día con dos anuncios: La CUT indica una asistencia de un total de 40.000 personas y un gran discurso a favor de la democracia y del acomodamiento de esta última al mercado de capitales; mientras la Intendencia Metropolitana enseña una cifra -mucho menor- de sólo 10.000 personas y un algunos pocos «disturbios».
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