Nuestra triste Historia
Por C. Vergara.
La Real Academia Española de lengua dice del termino Mapuche: “Se dice del individuo de un pueblo amerindio que, en la época de la conquista española, habitaba en la región central y centro sur de Chile.”
Es decir, puedo inferir varias cosas. Primero, ya que los mapuches habitaban en la región y centro-sur de Chile, ya no lo hacen, es decir lo hacían. Segundo, los Mapuches habitaban en Chile, en otras palabras que Diego de Almagro seguramente tenía que mostrar algún tipo de pasaporte para entrar en el año 1535 a un lugar que divinamente le estaba asegurado al pueblo Chileno. Esa definición, y sobre todo la primera parte de ella, hacen referencia a un mapuche. A una persona Mapuche. Un joven por ejemplo. Perteneciente a un pueblo amerindio. Es decir según la definición que da RAE perteneciente a un pueblo de los indios americanos. La cosa se nos enreda en serio si tomamos lo que en Europa o Asia (incluso Oceanía) es visto como “América”, es decir los yanquis. Asimismo debo entender que ese hombre mapuche, vivía (ya no vive) solo durante la conquista española; es decir, antes los Mapuches no existían o eran mera ilusión.
Hay un desprecio constante por lo que son nuestras raíces. Y es un bombardeo que parece venir desde miles de lugares desde antaño hasta hoy. La definición dada por la RAE es un claro reflejo de aquellos factores subyugados y dormidos dentro de muchas generaciones de mestizaje y desarrollo cultural (visto como lo que absorbe una cultura a través del tiempo y las costumbres que se adquieren), que hasta el día de hoy se reflejan en la forma de tratar a un pueblo.
Los Mapuches no son viejos. No están extintos. Tienen tierras ancestrales. Tienen costumbres. Creen en un dios. Todo ello distinto al de una república llamada Chile. De la policía, por órdenes de los ministerios y sus subsecretarias en conjunto con los altos mandos uniformados de la Araucanía, a la protección de los grandes hacendados, la oligarquía actual. Pero no es nada nuevo. El Estado de Chile (por no decir el actual gobierno) no entiende de dialogo político o de negociaciones honestas. El gobierno quiere a los mapuches en los museos. Mostrar sus ropas. Sus adornos. Pero a la hora de hablar de las tierras ancestrales o derechos, nada. Es más, resulta inaceptable que en un estado de derecho un carabinero aún pueda quedar impune tras asesinar a un mapuche. Por la espalda con una subametralladora UZI. Y no es solamente Matías Catrileo, también fue Alex Lemun y junto a ellos miles de mapuches que han sido acallados por nuestro gobierno socialista de derecha.
Frente a hechos como esos no queda más que tratar de romper el círculo del silencio que han armado a lo largo de quinientos años. Han avergonzado a los mapuches de sus nombres, de sus orígenes humildes, de su desconocimiento de la cultura occidental y cristiana y más aun de sus dioses y sus ancestros. Y no es a los mapuches a quienes avergonzamos. Es a nosotros. No es solo un mapuche que muere asesinado por Chile, sino que también es Chile que muere un poquito a manos de una oligarquía que nada tiene que ver con nuestros orígenes, ni con el origen de las poblaciones, o los campamentos mineros, o los portuarios, o los obreros de la construcción, ni con los estudiantes, ni con los temporeros, ni con los inmigrantes, ni con los salmoneros, ni con los astilleros, etc. La policía defiende una oligarquía, que calla y se roba a nuestra nación poco a poco. Nuestra triste historia de cinco siglos.
Por C. Vergara.
La Real Academia Española de lengua dice del termino Mapuche: “Se dice del individuo de un pueblo amerindio que, en la época de la conquista española, habitaba en la región central y centro sur de Chile.”
Es decir, puedo inferir varias cosas. Primero, ya que los mapuches habitaban en la región y centro-sur de Chile, ya no lo hacen, es decir lo hacían. Segundo, los Mapuches habitaban en Chile, en otras palabras que Diego de Almagro seguramente tenía que mostrar algún tipo de pasaporte para entrar en el año 1535 a un lugar que divinamente le estaba asegurado al pueblo Chileno. Esa definición, y sobre todo la primera parte de ella, hacen referencia a un mapuche. A una persona Mapuche. Un joven por ejemplo. Perteneciente a un pueblo amerindio. Es decir según la definición que da RAE perteneciente a un pueblo de los indios americanos. La cosa se nos enreda en serio si tomamos lo que en Europa o Asia (incluso Oceanía) es visto como “América”, es decir los yanquis. Asimismo debo entender que ese hombre mapuche, vivía (ya no vive) solo durante la conquista española; es decir, antes los Mapuches no existían o eran mera ilusión.
Hay un desprecio constante por lo que son nuestras raíces. Y es un bombardeo que parece venir desde miles de lugares desde antaño hasta hoy. La definición dada por la RAE es un claro reflejo de aquellos factores subyugados y dormidos dentro de muchas generaciones de mestizaje y desarrollo cultural (visto como lo que absorbe una cultura a través del tiempo y las costumbres que se adquieren), que hasta el día de hoy se reflejan en la forma de tratar a un pueblo.
Los Mapuches no son viejos. No están extintos. Tienen tierras ancestrales. Tienen costumbres. Creen en un dios. Todo ello distinto al de una república llamada Chile. De la policía, por órdenes de los ministerios y sus subsecretarias en conjunto con los altos mandos uniformados de la Araucanía, a la protección de los grandes hacendados, la oligarquía actual. Pero no es nada nuevo. El Estado de Chile (por no decir el actual gobierno) no entiende de dialogo político o de negociaciones honestas. El gobierno quiere a los mapuches en los museos. Mostrar sus ropas. Sus adornos. Pero a la hora de hablar de las tierras ancestrales o derechos, nada. Es más, resulta inaceptable que en un estado de derecho un carabinero aún pueda quedar impune tras asesinar a un mapuche. Por la espalda con una subametralladora UZI. Y no es solamente Matías Catrileo, también fue Alex Lemun y junto a ellos miles de mapuches que han sido acallados por nuestro gobierno socialista de derecha.
Frente a hechos como esos no queda más que tratar de romper el círculo del silencio que han armado a lo largo de quinientos años. Han avergonzado a los mapuches de sus nombres, de sus orígenes humildes, de su desconocimiento de la cultura occidental y cristiana y más aun de sus dioses y sus ancestros. Y no es a los mapuches a quienes avergonzamos. Es a nosotros. No es solo un mapuche que muere asesinado por Chile, sino que también es Chile que muere un poquito a manos de una oligarquía que nada tiene que ver con nuestros orígenes, ni con el origen de las poblaciones, o los campamentos mineros, o los portuarios, o los obreros de la construcción, ni con los estudiantes, ni con los temporeros, ni con los inmigrantes, ni con los salmoneros, ni con los astilleros, etc. La policía defiende una oligarquía, que calla y se roba a nuestra nación poco a poco. Nuestra triste historia de cinco siglos.
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